La presente
entrada nace de intentar reflexionar sobre diversos diálogos que he tenido con
amigos ante la confusión que puedan suscitar algunas palabras y gestos del
Santo Padre reinante o sus predecesores.
Para quienes somos
cristianos es natural obedecer, defender y amar al Romano Pontífice, lo cual es sano, y hay
que recalcar que lo es, pero a veces puede caerse en el error de pensar que el
sucesor de San Pedro es infalible en todos los actos de su vida, en sus gestos,
palabras, entrevistas, vestimenta, comida, etc.
Nunca será suficiente
recalcar con la fuerza y claridad que se necesiten, que la fidelidad a Nuestro Señor Jesucristo
pasa necesariamente por la fidelidad a la Iglesia que Él fundó, y a la
obediencia al Papa. Cómo habrá adivinado, improbable lector, esta obediencia se
funda en la fidelidad a Cristo, a la verdad.
Pongamos el caso,
roguemos imposible, que el Santo Padre ordene o invite, a celebrar un pecado,
verbigracia, la revuelta de Lutero. Coincidirá conmigo que es algo que no
corresponde, que en conciencia no se puede hacer, que el Papa es el Papa, pero
una herejía es una herejía.
¿Cómo actuar en el caso
de un Papa que se equivoca, confunde o yerra? Es común esperar que los papas
malos, estén en el pasado, en oscuros episodios históricos. Es más fácil
reconocer que en el pasado hubo papas avaros, lujuriosos y hasta algún
excomulgado y que en esta época ya eso no se da y que es imposible que nos
toque un papa así, sin embargo en esta época de crisis, de tanta maldad y
decadencia. ¿No es acaso posible que pase? Confieso que esta inquietud me ha asaltado,
junto a algunos amigos que nos planteamos seriamente la pregunta. Obviamente
descartando tanto las deformaciones maliciosas de la prensa como la papolatría
irreflexiva de etiqueta, digamos “neocon” por llamarlo de alguna manera.
Pienso que ante el caso
que pase algo, lo primero es mantener la calma y recordar Quien es el Jefe de
la Iglesia y su Cabeza Invisible, segundo y no menos importante, siempre ser
fieles. Nunca dar el paso de la rebelión. Si un buen papa acrecienta la fe, uno
malo más aún.
Puede haber confusión,
pero históricamente cuando ha habido papas moralmente condenables el pueblo
cristiano ha sabido separar la validez del pontificado, de los yerros, que
pueda tener el pontífice.
Pienso que siempre hay
que estar con el Papa, siempre. Simplemente no hay excusa. Hay que ser conscientes
de cuando el Santo Padre es infalible y cuando no. Hay que estar alertas de los
entusiasmos de la prensa mundana que es
la evidencia de que algo va mal. También hay que tener en cuenta qué es lo
importante y qué es lo superficial. El
punto es que el Papa se equivoca, y lo hace todo el tiempo, (salvo cuando habla
ex-cathedra, se entiende) como nos equivocamos tantas veces los cristianos y
con pesos mucho menores que el de ser Vicario de Cristo.
Una aproximación sana a
este fenómeno puede servir para evitar caer en el culto a la personalidad, la
papolatría en versión "papaboys" que puede nacer de una adhesión
afectiva para con el Santo Padre, que es definitivamente sana y deseable pero
que tiene el riesgo de deformar ese amor en fanatismo vacío, o ni siquiera fanatismo
sino en asentimiento constante irreflexivo, cuyo remedio es, a mi humilde
entender, el punto medio de respeto adhesión absoluta y sin reservas pero
siempre y solo en la verdad enseñada siempre por la Iglesia Católica.
Pero por supuesto este es
un ejercicio interior, considero que como cristiano es necesario siempre decir
la verdad, ser transparente, cuestionar, preguntar y señalar, con la prudencia
del caso, pero sin dejar de conservar la unidad, la recta obediencia y defender,
difundir, practicar y adherirse a la legítima autoridad que tiene el Papa como
nuestro padre, pastor y monarca, para con nosotros, hijos, ovejas y súbditos, a pesar de todo,
incluso de Él mismo, con la prudencia , paciencia, humildad o resistencia. Y nunca,
pero nunca, ceder a la tentación del desánimo o del olvido de Quien es la
Cabeza Invisible de la Iglesia. Y siempre, pero siempre, rezar, acompañar y
defender al Santo Padre, Sucesor de San Pedro y Vicario de Cristo.
Acompaña a esta entrada
entrada diferentes imágenes de momentos dolorosos de nuestro común peregrinar
que ud. agudo lector sabrá identificar.
2 comentarios:
Incuestionable. Lo de "improbable lector" se cura con el debido compartir, sano y justo. Sì parece que deba ser culto lector.
muchas gracias
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