sábado, 2 de junio de 2012

Mi opinión sobre los ataques a la Iglesia a propósito del caso del padre Gastón

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Este es mi opinión sobre el caso del Padre Gastón



Tengo entendido que no es un sacerdote muy conocido entre los movimientos eclesiales, parroquias, grupos de oración y comunidades católicas diversas, sin embargo es muy conocido en ambientes extra-eclesiales, como la Universidad de Pando u ONGs. Conozco que el refereido sacerdote no ha sido claro ni prudente más de una vez en su trabajo como sacerdote.

Como sea es un sacerdote y como tal merece el respeto correspondiente a un sacerdote de la Iglesia Católica sin sanción. No es ni por asomo el caso de Martin Sanchez, Alberto Cutié, Marco Arana o el Presidente Lugo.



Yo evito llamarle Garatea, Padre Garatea, etc. Yo prefiero decirle Padre Gastón, el mismo tratamiento que uso (tratándole de usted) para con todos los sacerdotes sin problemas canónicos.



El padre Gastón no ha sido renovado en sus licencias por el Arzobispado, luego de 6 años de conversaciones, es la decisión que se ha tomado, tanto el Arzobispado como el padre Gastón han sabido guardar un pedagógico silencio como para que prensa, opinólogos advenedizos, adictos al chisme y católicos malintencionados aprendan a no meterse en lo que no les incumbe. Bien por ello.



Lo que ha seguido es una serie de ataques al Arzobispo y a la Iglesia por parte de los enemigos de siempre y la defensa cerrada de la libertad religiosa por parte de los católicos como corresponde. Con el error recurrente en algunos de estos católicos de caer en el maniqueísmo absurdo de decir (Arzobispo bueno- Cura malo) llegando a atacar a un sacerdote (que sin duda tiene sus fallas, conocidas por todos) para pretender defender a la Iglesia ( o a lo que entienden por Iglesia, que es un error también en el otro bando, esto también es interesante de desmenuzar ) Yo pienso que lo que corresponde aquí es la "venganza del cristiano" de la que hablaba acertadamente el martir de la Guerra Civil Española, Bartolomé Blanco (idea por demás apasionante que desarrollaré un poco más al final).



Esta serie de ataques al Cardenal Juan Luis, un pastor ejemplar, atacado desde su creación como Cardenal (yo estuve en esa Misa, un grupo de presión homosexual (el MHOL) interrumpió la Misa con pancartas y gritos violando el principio de libertad religiosa ante la indiferencia de las autoridades y - vale decirlo- sin lograr importunar al entonces recién creado Cardenal y al entusiasta apoyo de la mayoría católica que colmaba la plaza)



Estos ataques son la continuación de aquellos que se dieron a propósito de la inaudita rebeldía de la Universidad de Pando (justamente en un país que lucha contra la informalidad) y de sistemáticos ataques al Santo Padre y a diferentes cardenales y obispos en el mundo.



Yo esperé en vano que el padre Gastón manifestara públicamente su fidelidad a Cristo y Su Iglesia, su adhesión al Papa y al Magisterio, y desautorizara públicamente a sus supuestos defensores, pero no fue así. Saludo que hay guardado el prudente silencio, pero pienso que no bastó. El Cardenal por otro lado en su programa dominical habló con un respeto y cariño paternal del sacerdote en cuestión que dejó claro que sus coordenadas están más cerca a las de Dios que a las de los hombres. Como dije un ministerio episcopal ejemplar.



Finalmente los que atacaron al Cardenal fueron los mismos de siempre (fue hilarante ver a comunistas ateos pedir frente a la nunciatura que dejen trabajar a un sacerdote católico), éste salió fortalecido y los católicos más unidos.



Sirvió el episodio, penoso (de una inmadurez que sonroja por su tercemundismo) para algunas cosas interesantes.



-Desnudó la agenda de persecución religiosa en el plano de los medios de comunicación.

-Evidenció, con lista incluída, quienes apoyaban, por ignorancia o por mala fe, la campaña de instrumentalización del padre Gastón para atacar a la Iglesia.

-Se comprobó, una vez más la pobre formación en la fe que existe, la censura en los medios de una instancia para que el pueblo católico pueda conocer su fe y la necesidad de que los creyentes consuman más medios de comunicación católicos que secularizados. (no hay problema en que se consuman los dos, pero hoy la diferencia es pasmosa)

-Se empezó a bosquejar el origen de la crisis eclesial del siglo 20, en base a la falta de fidelidad al Magisterio, abandono de la obediencia, desapego a la ortodoxia y experimentos ideológicos

-Se comprobó que el "universo" de los medios anticatólicos no es el del pueblo creyente. (Unos publicaban en La República otros juntaban adhesiones por internet, otros expresaban su apoyo al Cardenal directamente)

-Se acabaron las excusas de que no hay persecución religiosa en el Perú.

-Se comprobó que existe una imperiosa necesidad de que los católicos hagan sentir su presencia y no dejarse atropellar por una minoría. Que esto también es educar al que no sabe

-La urgente necesidad de aplicar la "venganza del cristiano" que pasaré a explicar.



La "venganza del cristiano" es un término usado en una de sus cartas de despedida por Bartolomé Blanco, catequista de la Acción Católica Española, fusilado por su fe, quien al escribir a su familia pedía el perdón para ellos y devolver todo el bien posible a aquellos que nos procuran el mal. Es esta la "venganza del cristiano" que pienso corresponde en estos tiempos que corren.



Los enemigos de la Iglesia y los agentes de la secularización, aquellos incluso, que odian a la Iglesia aún sin conocerla, pueden esquivar nuestro pobre apostolado, pueden naturalmente ignorar a un miserable pecador que predica a Cristo, pero no nuestras oraciones.



Pongamos a estos atacantes en el primer lugar de nuestras oraciones, pidamos por su salud y conversión, no sólo en general, sabemos quiénes son, pidamos a Dios nombrando a cada uno, exponiendo sus virtudes, rogando porque Dios tenga en cuenta la sinceridad de sus reclamos, los sufrimientos y caídas que han ayudado a llevarlos al bando anticlerical. Roguemos porque los católicos tengamos la caridad para devolver todo el bien posible a aquellos que nos procuran el mal. El derecho defender la verdad y la libertad no quita el deber de amar hasta la Cruz.



Pienso que es lo que corresponde, empresa díficil ciertamente, el defender a la Iglesia y la libertad religiosa, defender al Cardenal y todos nuestros pastores, al Papa sobretodo, pero nunca atacar al mismo nivel a los enemigos porque ahí no hay caridad y entonces estaríamos renunciando a predicar al Señor y satisfaciendo las metas de los atacantes.