sábado, 22 de enero de 2011

Pensamientos electorales




A continuación algunas de mis reflexiones sobre el fenómeno electoral

INGENUIDAD SUPINA DE LOS ELECTORES

En el Perú estamos viviendo el inicio de una nueva campaña electoral, los políticos vuelven a ensuciar nuestras ciudades, dividir a los peruanos, y a burlarse una vez más de la supina ingenuidad de los votantes.
En lo personal no creo en la democracia, pero respeto a la República, así como las autoridades elegidas por los tiernos votantes. Esto no impide que pueda analizar lo que sucede y emitir opinión.

Veo candidatos prometer el oro y el moro, y la pregunta lógica es ¿cómo se van a realizar estas promesas? ¿Con qué dinero?¿en cuanto tiempo? y la más grave aún ¿que pasa si no las cumple?¿nada?

Una persona inteligente ante alguien que le dice: si votas por mí voy a hacer tal o cual cosa, debiera preguntarse ¿que garantías tengo de que lo que me dices es verdad?

Por supuesto estamos hablando de votantes, cuyo nivel intelectual permite que bailen en mítines, coreen el nombre de un candidato por un kilo de arroz, se peleen entre ellos por tal o cual partido, no se indignen ante la invasión de carteles, pintas de cerros, paredes, etc.
Lo que más gracia me da es cuando alguien sostiene que su candidato es el mejor por tal propuesta, y cuando le preguntas ¿que garantías tienes de que cuando llegue a su puesto la realizará? te miran con esa cara de perplejidad que manifiesta el fin de la inocencia
La ingenuidad de los electores puede ser tierna, anecdótica, folclórica, sin embargo cuando eso me afecta y afecta a personas que me rodean (mi país) , pues ya no es gracioso. Es un ataque directo a mi propia seguridad y libertad y las de quienes me rodean. ¿Por qué tendríamos que someternos a los desatinos constantes del electorado? No es justo.

Esto se ha dado desde que era niño y sigue siendo así. Que siempre habrá malos y buenos políticos no es lo preocupante. Lo preocupante es ese aletargamiento de las poblaciones que creen cualquier cosa y no tienen la mínima formación de pedir pruebas. La muestra de pobreza intelectual que tenemos como población es pasmosa.

IMPOSIBILIDAD DE GARANTÍA DE CUMPLIMIENTO

Me he cuestionado si es que no podríamos tener como garantía el mismo cargo a la que estos políticos postulan alegremente, de manera que puedan firmar un compromiso de renuncia al cargo de no cumplir sus promesas. He consultado con abogados y políticos. Y parece que no es posible, requeriría un cambio de la Constitución, y de haber un documento no sería necesariamente vinculante.

Dentro de todo es una grata sorpresa el haber encontrado políticos dispuestos a firmar compromisos de esta naturaleza. Esta es muy esperanzadora. Lo celebro pero el tema de fondo es que no hay posibilidad de tener una garantía de cumplimiento de promesas, más allá del honor y la palabra empeñada.

Dados los hechos no se nos puede censurar por considerar esto insuficiente. Estrictamente podemos dar el beneficio de la duda, en no generalizar y considerar que todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Este es el curso de acción correcto, y lo esperable de personas que se guían por la virtud. Sin embargo hay que admitir que habiendo sido sorprendidos no una, no dos, sino muchísimas veces por funcionarios públicos electos que no sólo no cumplen lo prometido (total, nada les ata y la gente olvida, tan inocentes ellos) no pasa nada en absoluto. Bueno sí pasa, la condena moral de la población. Que siendo justos, tiene tanto valor como la palabra de los candidatos: sólo los sostiene la buena fe.

Y vuelvo a los siempre sorprendentes votantes: A nadie parece importarle. ¿Acaso no compruebas un producto antes de comprarlo? Al parecer no, nuevamente “el vivo vive del tonto y el tonto es su negocio”
El problema está planteado

RESPONSABILIDAD Y EXIGENCIA

Quizás la democracia sólo funciona para los crédulos, es posible. Pero siendo esta una construcción abstracta es susceptible de ser usada para bien o para mal. De manera que es necesario, dado lo expuesto, que sí exista una fiscalización a las autoridades electas. No ha funcionado efectivamente otra que no sea el escándalo, la denuncia pública. Esto no puede ser norma. Convierte a las instituciones en caricatura, y predispone los ánimos de la población a la Indiferencia. Indiferencia que quizá sea la causa escondida detrás de esa ingenuidad y credulidad electoral.

La responsabilidad es pues compartida, tanto del político que se aprovecha del ingenuo, como de éste último que no hace nada para salir de su situación. Aquel que piensa que ya que el Estado no funciona no me preocupo. ¿Por qué esperar algo siquiera del Estado? ¿Por qué esperar que alguien lo haga por nosotros? El Estado está ahí y es una herramienta, pero si se vuelve obsoleta y no puedo hacer nada por cambiar eso pues las soluciones las pongo yo. Así de simple.
Que diferente sería si como población tuviésemos algunas de la virtudes que exigimos a lo políticos.
Ciertamente hay tarea pendiente por los dos lados. La mejor forma de interpelar a los políticos electos no es con el ataque frontal (que no está de más) sino con la manifestación de independencia por nuestra parte.

Imaginen un Presidente o un Congreso esforzándose por demostrar que todavía son necesarios ¿lindo no?

Pero estamos muy lejos, pues esa independencia es muy difícil. Siempre se han necesitado líderes y si éstos no están a la altura es muy complicado que los dirigidos se alcen sobre sus cenizas.

Es más fácil prescindir del Estado que suplantarlo.
Es más fácil organizar un paro que campañas sociales que reemplazan la ausencia gubernamental

No nos lamentemos de la ineficiencia estructural, solucionémosla inclusive si esto implica, prescindiendo de su restructuración.

RENOVACIÓN Y MERITOCRACIA ¿COMPLEMENTARIOS EN LA CARRERA POLÍTICA?

En principio estoy siempre en contra de las reelecciones. Creo que muestran incapacidad, aprovechamiento y desvirtúan lo que se supone es la democracia (que me sigue sin convencer). En este orden cabe la réplica de que es necesario asegurar que los pueblos tengamos políticos de carrera. Gente que se dedique por sus propios dones a la labor política como cualquier otra labor en la sociedad. De manera que sí creo que los políticos deben rotar de cargos, hacer ésa carrera política: Pero no necesariamente en el mismo puesto. La idea es que roten que asciendan, que empiecen como delegado universitario o dirigente sindical y lleguen a la Presidencia. Esto es necesario para evitar los improvisados, carismáticos, artistas. Políticos para público con nivel intelectual de televidente.


Y es que un político no creo que deba ser necesariamente carismático. No es un monarca. Debe ocuparse de su labor de manera efectiva, pienso que a lo que se debe apuntar es que el protagonismo lo tenga la sociedad en su conjunto. Se entiende que, por ejemplo, el Presidente, el Rey o los Aristócratas puedan tener por consecuencia de sus cargos cierta afinidad con la gente, pero no es lo fundamental. Lo importante es que el sistema elegido funcione pues la historia enseña que los pueblos no nos hacemos problema por acabar con un sistema, poner otro, para más adelante regresar al anterior. El problema no es ése. El problema es que se pierde tiempo. Y ese tiempo que se pierde significa: gente que sigue en la pobreza, el subdesarrollo, muertes, exclusión.


La permanencia de un político en su cargo, en el caso de la democracia, debe en efecto estar signada por la meritocracia (sigo insistiendo que no en el mismo puesto). La vocación de servicio no debe ser una construcción demagógica sino una disposición real. Cómo esto no es tan fácilmente medible, los resultados son los que nos pueden ayudar a discernir quien debe quedarse y quien no.

¿CABE LA GRATITUD?


Una vez una amiga me preguntó por quien iba a votar y ante mi respuesta de que iba a viciar mi voto me dijo que era de los que esperaban que otro soluciones las cosas por mí. Pude argumentarle que es exactamente al revés. Al no esperar nada de los resultados electorales, tengo claro que las soluciones dependen de mí. (De nosotros en caso de grandes proyectos) Depende de los llamados "sociedad civil". Quienes esperan que papá gobierno o la autoridad elegida les solucione los problemas, generan justamente este carnaval de promesas, estas listas circenses, estas campañas como las conocemos.

Como dije, yo no soy demócrata, pero nací en un país que sí lo es, y respeto profundamente a la República y su Democracia (cómo no, sí es mi Patria). De manera que me esfuerzo por siempre mostrar respeto por las autoridades electas así desconfíe del sistema. La legitimidad siempre podrá discutirse, el respeto a la autoridad no. Si bien es cierto que no es que yo tenga muchas oportunidades de tratar con autoridades civiles, en las poquísimas oportunidades que he tenido, lo he hecho con el respeto debido y teniendo en cuenta los argumentos democráticos que sostienen su autoridad.

Esto me ha hecho reflexionar también sobre la gratitud. ¿es necesario ser agradecido con los elegidos? Pues sí, en principio, la buena fe nos hace aceptar que su presencia es fruto de una vocación de servicio. Que ese servicio me afecta directamente. El hecho de que el Estado esté ausente, que la corrupción e ineptitud nos toquen directamente, no elimina la cortesía del "gracias".

¿Por qué pienso que esto es así?, porque, y siempre continuando con el siempre saludable ejercicio de no generalizar, primero, estimula a quienes con sinceridad trabajan para mejorar las cosas, y si alguna vez se logra serán ellos quien lo hagan. Y a los otros, nada, pues no importa porque la idea es que ya no sigan ahí.

Estoy planteando ser agradecido con los políticos, a mi mismo me parece exagerado, dada la nauseabunda reputación que tienen. Pero alguien tiene que empezar a cambiar. Ellos no lo harán

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